Superar la aversión a la pérdida
El tiempo de descanso, las vacaciones, ofrecen un espacio de tiempo para pensar, para darse cuenta de si el trabajo que realizamos nos llena, de si nuestro proyecto funciona, de si somos o no felices con nuestras parejas… pero tan solo darnos cuenta produce dolor.
A la hora de tomar una decisión de cambio de trabajo o ruptura sentimental nos enfrentamos a cambiar un estado de seguridad, de tranquilidad, para desestructurarlo y lanzarnos a otra etapa desconocida qué no sabemos cómo irá. Ya nos lo confirma el refrán: “más vale malo conocido que bueno por conocer”
Diferentes estudios enfatizan como los sesgos, distorsiones, pueden afectarnos negativamente a la hora de tomar una decisión eficaz.
Tomar esa decisión implica enfrentarse a lo desconocido, a la pérdida, buscar nuevos caminos, lo que supone una carga de estrés y ansiedad.
Al mismo tiempo, si echamos una mirada atrás, veremos el esfuerzo, tiempo, dedicación, ilusión que teníamos por esos proyectos y cómo se vinieron abajo. Aceptar esa nueva situación, digerir los hechos, puede ser un proceso difícil.
Las emociones pueden nublar nuestra mente y hacernos tomar decisiones precipitadas o seguir tomando decisiones que nos llevan una y otra vez al mismo punto.
Sin embargo, si continuamos manteniendo ese proyecto puede ser contraproducente. Por una parte nos mantendremos tranquilos por la comodidad de no cambiar de estrategia, de no enfrentarnos, pero también estará presente observar como no evoluciona el proyecto, cómo no nos satisface la relación, y poco a poco irá minando nuestra autoestima, nuestro valor y se irá instaurando el sentimiento de frustración o represión.
Estas emociones pueden causar ansiedad, angustia, manifestada con insomnio, ataques de ansiedad, dolores de estómago, malestar físico.
Las emociones son señales de nuestro cuerpo y mente de que algo no marcha bien. La sociedad nos enseña a paliarlas, tomar algo para que desaparezcan y para parecer estar bien. Podemos hacer que no están, controlar los estímulos para que no aparezcan, o bien escucharlas, detenernos y entender que nos está sucediendo.
La psicología puede enseñarnos tanto a controlarlas, mediante relajación u otras técnicas, como a aprender a darle espacio a las emociones, dejarnos las sentir, entenderlas y conocer porqué motivo aparecen. De esa manera, podremos ver realmente que las originan, que nos está afectando y porqué no podemos desprendernos de ello. Las experiencias pasadas, el aprendizaje, la estructura mental, los valores que poseemos pueden marcar nuestras conductas.
¿Cómo podemos tomar la decisión?
Coge aire, mira hacia delante y lánzate.
Pautas que pueden servirnos de ayuda:
-
Llenarnos de energía: descansar, tomar unas vacaciones, dedicar tiempo para pensar qué quieres de verdad para ti.
-
Mejorar la autoestima. Sentirnos valiosos y eficaces nos hará sentirnos más seguros hacia el cambio.
-
Mirar lo que podemos ganar, todo lo que podemos crear de nuevo, lo que nos puede llenar. Haz un listado de lo que podrías obtener.
-
Auto-observarse y tomar conciencia de uno mismo.
-
Hacer un análisis de qué nos mantiene en el proyecto, en la pareja
-
Pedir a otras personas que nos hagan observaciones de nuestro proyecto/ trabajo/ pareja, siempre con críticas constructivas. La percepción de otras personas nos puede ayudar.
Algunos pasos pueden resultar sencillos y pueden practicarse individualmente.
Sin embargo cuando las emociones nos superan, si tenemos dificultades para tomar conciencia de uno mismo, si aceptar la nueva situación nos desestabiliza, la terapia psicológica puede ser muy eficaz.