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Cuanto más me exijo, más sufro

Ésta es una realidad que muchos no han aprendido a entender. “Cuanto más me exijo, más sufro”.

Dentro de la consulta de un psicólogo esta realidad es más frecuente de lo que pensamos.

Problemas de estrés, de ansiedad, de depresión, de autoestima, miedos… son problemas muy diferentes que en la mayoría de los casos tienen una base común:

Un nivel desproporcionado de autoexigencia. Lo que muchas veces lleva a expectativas inalcanzables, interpretaciones erróneas, frustración y malestar por no conseguir lo que queremos.

 Pero… ¿y si lo que quieres o la forma de quererlo no es la adecuada?

Ajustar nuestras expectativas, concedernos el permiso de fallar, aprender a flexibilizar nuestro pensamiento es fundamental para que estos problemas no nos desborden.

Imagina que trazas un camino, el que tú crees que te va  a llevar a lo que quieres conseguir, pero este camino es muy estrecho, muy fino, con lo cuál la posibilidad de salirnos de él es muy alta.

Un pequeño descuido y hemos puesto un pie fuera del camino, un poco de confusión y nos salimos al otro lado, ¿tenemos derecho a estar confundidos?, ¿tenemos derecho a descuidarnos un poco?

Muchos de vosotros pensaréis que sí, que tenemos derecho a despistarnos a salirnos y a volver a entrar, ésto hace que el camino se ensanche, que su margen sea más amplio y por lo tanto podamos andar con mayor libertad, con mayor frescura y sin miedo a salirnos, por que somos más flexibles y tenemos derecho.

Sin embargo, otra mucha gente pensará que no tiene derecho, que “no debe” salirse, que eso está mal y que no se puede despistar, éste camino lleva  a una forma de pensar más rígida, autoexigente, desproporcionada, irreal y con una gran probabilidad de error.

Ampliar este camino, darnos derecho a dudar, ajustar nuestras expectativas… hará que tu camino crezca, que puedas andar más tranquilo y que llegues a tu destino con mayor tranquilidad, libertad y felicidad.

Intenta observarte, entiende tu camino y ayúdale a crecer, porque te lo mereces y por que tienes derecho a caminar libremente.


Yo, mujer

Yo, mujer.

Perfecta, así es como tenemos que mantenernos las 24 horas al día.

Perfecta para el trabajo, perfecta para la casa, perfecta para la pareja, perfecta para la familia, incluso perfecta para los que ni siquiera nos conocen.

Ésta es la imagen de la mujer que se nos impone desde hace algún tiempo y lo que es más problemático aún, la que nosotras mismas hemos llegado a imponernos.

El esfuerzo que ésto requiere, las autoexigencias, el perfeccionismo, la rigidez… hacen que no nos sintamos a gusto con nosotras mismas y que no nos permitamos relajarnos un poco.

¿Pero hasta cuando podemos mantener tanta perfección?

El cuidado de los hijos, de la casa, del trabajo hace que asumamos muchas responsabilidades y que acabemos descuidándonos a nosotras mismas.
Cada vez pretendemos ser más perfectas por fuera, ¿pero, y si nuestro interior no está igual?, ¿de qué sirve estar tan pendientes de todo cuando lo de dentro se desmorona?

No dedicarnos el tiempo suficiente y pretender ser perfectas en todo puede terminar pasando factura a un mundo emocional que hemos dejado de atender con el cuidado necesario.

Así pues, numerosos problemas de índole emocional pueden verse precipitados por esta presión:

– problemas de alimentación, cómo la anorexia nerviosa, bulimia nerviosa, comer compulsivo,
– ansiedad,
– depresión,
– problemas de autoestima,
– estrés

Son los problemas más frecuentes que pueden aparecer cuando nuestra vida presenta mucha presión.
Por eso, tu “YO” mujer necesita atención y cuidado, porque pese a creer que estamos en todo, dejamos una parte esencial de nuestra persona sin cubrir, a nosotras mismas, nuestro ocio, nuestros deseos, nuestras necesidades, nuestra diversión, todo ello necesita ser atendido.
Dedicarnos estos cuidados hará que nos sintamos mejor y que liberemos un poco la presión que el ritmo de vida actual nos impone.
Escucha lo que tu Yo mujer quiere decirte y dale lo que necesita.

Vanessa Gallego de Marcos
Psicóloga especialista

 

http://vgdemarcos.wordpress.com/

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Cuánto más me exigo, más sufro

Ésta es una realidad que muchos no han aprendido a entender. “Cuanto más me exijo, más sufro”.

Dentro de la consulta de un psicólogo esta realidad es más frecuente de lo que pensamos.

Problemas de estrés, de ansiedad, de depresión, de autoestima, miedos… son problemas muy diferentes que en la mayoría de los casos tienen una base común:

Un nivel desproporcionado de autoexigencia. Lo que muchas veces lleva a expectativas inalcanzables, interpretaciones erróneas, frustración y malestar por no conseguir lo que queremos.

 Pero… ¿y si lo que quieres o la forma de quererlo no es la adecuada?

Ajustar nuestras expectativas, concedernos el permiso de fallar, aprender a flexibilizar nuestro pensamiento es fundamental para que estos problemas no nos desborden.

Imagina que trazas un camino, el que tú crees que te va  a llevar a lo que quieres conseguir, pero este camino es muy estrecho, muy fino, con lo cuál la posibilidad de salirnos de él es muy alta.

Un pequeño descuido y hemos puesto un pie fuera del camino, un poco de confusión y nos salimos al otro lado, ¿tenemos derecho a estar confundidos?, ¿tenemos derecho a descuidarnos un poco?

Muchos de vosotros pensaréis que sí, que tenemos derecho a despistarnos a salirnos y a volver a entrar, ésto hace que el camino se ensanche, que su margen sea más amplio y por lo tanto podamos andar con mayor libertad, con mayor frescura y sin miedo a salirnos, por que somos más flexibles y tenemos derecho.

Sin embargo, otra mucha gente pensará que no tiene derecho, que “no debe” salirse, que eso está mal y que no se puede despistar, éste camino lleva  a una forma de pensar más rígida, autoexigente, desproporcionada, irreal y con una gran probabilidad de error.

Ampliar este camino, darnos derecho a dudar, ajustar nuestras expectativas… hará que tu camino crezca, que puedas andar más tranquilo y que llegues a tu destino con mayor tranquilidad, libertad y felicidad.

Intenta observarte, entiende tu camino y ayúdale a crecer, porque te lo mereces y por que tienes derecho a caminar libremente.


Adicción a Internet

En la actualidad pasamos una gran parte de nuestro tiempo conectados Internet, buscando información, relacionándonos con otras personas o simplemente matando el tiempo.

Sin embargo, esta forma de actuar puede tener grandes inconvenientes si tenemos en cuenta que puede convertirse en algo muy adictivo.

Una adicción, en líneas generales, puede ser entendida como:

es una enfermedad primaria, crónica con factores genéticos, psicosociales y ambientales que influencian su desarrollo y manifestaciones. La enfermedad es frecuentemente progresiva. Se caracteriza por episodios continuos o periódicos de: descontrol sobre el uso, uso a pesar de consecuencias adversas, y distorsiones del pensamiento, más notablemente negación”.

En el caso de la adicción a Internet son los factores psicosociales y ambientales los que predominan en el cuadro adictivo.

La forma de relacionarse con otras personas, en muchos casos pasa a ser exclusivamente mediante un monitor, lo que se deriva en importantes limitaciones afectivas y relacionales, además de las inconveniencias físicas que se producen (dolor de espalda, enrojecimiento de ojos, sedentarismo…).

La adicción a Internet en los últimos tiempos ha cobrado una gran importancia por la cantidad de casos que están apareciendo.

El trastorno de dependencia de la red se ha conocido con muchos nombres: desorden de adicción a Internet – (Goldberg, 1995), uso compulsivo de Internet (Morahan-Martin y Schumacker, 1997), o uso patológico de Internet – (Young y Rodgers, 1998b).

Fue el psiquiatra Ivan Goldberg quien primero establece una serie de criterios para referirse a esta situación. Goldberg propone un conjunto de criterios para establecer el diagnóstico de adicción a Internet que se basan en los criterios diagnósticos del abuso de sustancias:

Un patrón desadaptativo de uso de Internet, que conlleva un deterioro o malestar clínicamente significativo, expresado por tres o más de los ítems siguientes en algún momento de un periodo continuado de 12 meses:1) Tolerancia, definida por cualquiera de los siguientes:

  • Una necesidad de incrementar notablemente la cantidad de tiempo en Internet para lograr satisfacción.
  • Notable disminución de los efectos con el uso continuado de la misma cantidad de tiempo en Internet.

2) Abstinencia, manifestado por cualquiera de los siguientes:

  1. El característico síndrome de abstinencia:
    • Cesación o reducción de un uso de Internet que ha sido grande y prolongado
    • Dos o más de los siguientes, desarrollados algunos días durante un mes antes:

Agitación psicomotora Ansiedad
Pensamientos obsesivos acerca de lo que estará sucediendo en Internet
Fantasías o sueños a cerca de Internet
Movimientos de tecleo voluntarios o involuntarios
Los síntomas causan malestar o deterioro en el áreas social, laboral u otra área importante de funcionamiento.

  1. El uso de Internet o un servicio similar esta dirigido a aliviar o evitar los síntomas de la abstinencia.

3) Se accede a Internet con más frecuencia o por periodos más largos de lo que inicialmente se pretendía.

4) Deseo persistente o esfuerzos infructuosos de controlar o interrumpir el uso de Internet.

5) Se emplea mucho tiempo en actividades relacionadas al uso de Internet (por ejemplo comprando libros sobre Internet, probando nuevos navegadores, indagando proveedores de Internet, organizando fichero o descargando materiales).

6) Actividades sociales, ocupacionales o recreativas se dejan o reducen a causa del uso de Internet.

7) Internet se continúa usando Internet un pesar de saber que se tiene un persistente o recurrente problema físico, social, ocupacional o psicológico que parece ser causado o exacerbado por el uso de Internet (privación de sueño, dificultades maritales, llegar tarde a las citas por las mañanas, abandono de los deberes profesionales, o sentimientos de abandono de personas significativas).

Diversos estudios establecen que hay ciertas características de personalidad o estados emocionales que aumentan la vulnerabilidad psicológica a las adicciones.

Los factores de riesgo según Echeburúa, son:

  • Déficits de personalidad: introversión acusada, baja autoestima y nivel alto de búsqueda de sensaciones.
  • Déficits en las relaciones interpersonales: timidez y fobia social.
  • Déficits cognitivos: fantasía descontrolada, atención dispersa y tendencia a la distraibilidad.
  • Alteraciones psicopatológicas: Adicciones químicas o psicológicas presentes o pasadas. Depresión.

Es Echeburúa quien en 1999 establece en España un programa de tratamiento para adicciones psicológicas, que también es válido en el caso de la adicción a Internet.

El programa de Echeburúa consta de los siguientes elementos:

  1. Control de los estímulos vinculados a la adicción.
  2. Exposición prolongada a los elementos suscitadores del ansia por la conducta adictiva.
  3. Solución de problemas específicos.
  4. Creación de un nuevo estilo de vida.

Luego en cada caso concreto hay que detallar las características personales de cada uno que le han llevado a desarrollar el trastorno, por lo que es importante recibir una orientación adecuada de un profesional.

Es importante, por lo tanto, conocer la información respecto a este tipo de adicciones que va apareciendo ya que, cada vez más, está creando problemas de gravedad entre personas de toda índole, pero afecta cada día con mayor frecuencia a niños y jóvenes de ambos sexos, hasta el punto que se les ha llamado la generación “net”.

 

Vanesa Gallego de Marcos

Psicóloga especialista


Trastorno obsesivo compulsivo

El Trastorno Obsesivo Compulsivo según la Asociación ATOC (Asociación de Trastorno Obsesivo-Compulsivo en España) se define como:

La presencia de obsesiones y/o compulsiones repetidas y suficientemente graves para causar un malestar intenso e interferir en la vida cotidiana de la persona, es decir, en su entorno laboral, en sus relaciones y actividades sociales y en su rutina personal.

En esta definición se deja presente la idea de que el trastorno puede estar compuesto por obsesiones y/o compulsiones, pero no necesariamente tienen que aparecer las dos.

La tasa de prevalencia de este trastorno es de 1,6 % – 2,5 % de la población (según datos de 1995, ECHEBURÚA), afectando por igual a ambos sexos, a diferencia de los niños, donde se han encontrado más afectados en el caso de los varones.

Para entender mejor en qué consiste el trastorno es importante conocer la idea que mantiene el manual diagnóstico DSM (APA), según el cuál los criterios para diagnosticar este trastorno serían los siguientes:

A. Se cumple para las obsesiones y las compulsiones:

Las obsesiones se definen por 1, 2, 3 y 4:

1. Pensamientos, impulsos o imágenes recurrentes y persistentes que se experimentan en algún momento del trastorno como intrusos e inapropiados, y causan ansiedad o malestar significativos
2. Los pensamientos, impulsos o imágenes no se reducen a simples preocupaciones excesivas sobre problemas de la vida real
3. La persona intenta ignorar o suprimir estos pensamientos, impulsos o imágenes, o bien intenta neutralizarlos mediante otros pensamientos o actos
4. La persona reconoce que estos pensamientos, impulsos o imágenes obsesivos son el producto de su mente (y no vienen impuestos como en la inserción del pensamiento)

Las compulsiones se definen por 1 y 2:

1. Comportamientos (p. ej., lavado de manos, puesta en orden de objetos, comprobaciones) o actos mentales (p. ej., rezar, contar o repetir palabras en silencio) de carácter repetitivo, que el individuo se ve obligado a realizar en respuesta a una obsesión o con arreglo a ciertas reglas que debe seguir estrictamente
2. El objetivo de estos comportamientos u operaciones mentales es la prevención o reducción del malestar o la prevención de algún acontecimiento o situación negativos; sin embargo, estos comportamientos u operaciones mentales o bien no están conectados de forma realista con aquello que pretenden neutralizar o prevenir o bien resultan claramente excesivos

B. En algún momento del curso del trastorno la persona ha reconocido que estas obsesiones o compulsiones resultan excesivas o irracionales.
Nota: Este punto no es aplicable en los niños.

C. Las obsesiones o compulsiones provocan un malestar clínico significativo, representan una pérdida de tiempo (suponen más de 1 hora al día) o interfieren marcadamente con la rutina diaria del individuo, sus relaciones laborales (o académicas) o su vida social.

D. Si hay otro trastorno, el contenido de las obsesiones o compulsiones no se limita a él (p. ej., preocupaciones por la comida en un trastorno alimentario, arranque de cabellos en la tricotilomanía, inquietud por la propia apariencia en el trastorno dismórfico corporal, preocupación por las drogas en un trastorno por consumo de sustancias, preocupación por estar padeciendo una grave enfermedad en la hipocondría, preocupación por las necesidades o fantasías sexuales en una parafilia o sentimientos repetitivos de culpabilidad en el trastorno depresivo mayor).

E. El trastorno no se debe a los efectos fisiológicos directos de una sustancia (p. ej., drogas, fármacos) o de una enfermedad médica.

Especificar si:
Con poca conciencia de enfermedad: si, durante la mayor parte del tiempo del episodio actual, el individuo no reconoce que las obsesiones o compulsiones son excesivas o irracionales.

 

A partir del estudio del trastorno se ha podido apreciar cómo la temática de preocupación que presentan las personas que padecen un TOC puede agruparse en áreas, a continuación se enumeran las obsesiones y las compulsiones más comunes.

Dentro de las obsesiones se recogen:

  • La contaminación (ej. contraer una enfermedad al estrechar la mano a los demás)
  • Impulsos de carácter agresivo que horrorizan a la propia persona ( ej. hacer daño a una niña)
  • Fantasías sexuales (ej. una imagen pornográfica recurrente)
  • Dudas repetitivas (ej. preguntarse si ha cerrado la puerta de la calle con llave o no)
  • Disponer las cosas en un orden determinado
  • En cuanto a las compulsiones más frecuentes se aprecian tareas como:
  • Lavado o limpieza
  • Puesta en  un orden determinado ciertos objetos
  • Comprobaciones reiteradas
  • Contar una y otra vez hasta cierto número
  • Guardar periódicos, correspondencia o empaques que ya no son necesarios
  • Demandas o exigencias de certeza
  • Acciones repetitivas

Para poder entender el mantenimiento de este problema es útil hacer uso de una explicación gráfica, donde se aprecia como el malestar que produce una obsesión (pensamiento intrusito) se trata de disminuir haciendo una compulsión (ritual compulsivo), al disminuir, en alguna medida, este malestar hace que se siga practicando la compulsión cada una de las veces que aparece el malestar para poder librarse de él.

Un modelo explicativo simplificado para entender el mantenimiento de este problema sería:

Dentro de las causas explicativas que originan este trastorno se recogen componentes genéticos, a nivel cerebral se encuentran implicadas varias sustancias, también se han apreciado explicaciones de tipo estresor, es decir, un fuerte estrés podría desencadenar una predisposición encubierta a desarrollar el trastorno.

Actualmente la forma de tratar esta sintomatología es a través de dos herramientas:

–         La Terapia Cognitivo Conductual (en especial las estrategias de Exposición y Prevención de Respuesta: si seguimos el modelo explicativo anterior, este tratamiento trata de exponer al paciente al malestar que provoca el pensamiento intrusito sin dejarle llevar a cabo el ritual compulsivo).

–         La Terapia Combinada con la administración de fármacos como los ISRS y la clorimipramina, fármacos con efecto antiobsesivo.

Poder enfrentarnos a una sintomatología como esta requiere apoyo de especialistas, por eso si piensas que podrías estar sufriendo algo similar pide ayuda para poder empezar a sentirte mejor.

 

Vanesa Gallego de Marcos

Psicóloga especialista


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Aquí podrás encontrar artículos de interés sobre temas de psicología cotidianos y comentar libremente tus impresiones. Pretende ser un lugar donde informar y recibir información, una fuente bidireccional donde encontrar apoyo.

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